Manuel Marín Triana

No sé qué tienen las palabras de algunos hombres: suenan a falso, lo mismo que cuando se oye rebotar una moneda de plomo. Cuanto más aseguran su benevolencia, menos se puede creer en ella, y a medida que las promesas generosas van saliendo de sus labios, más se siente la obligación de resguardarse. Huye del rostro de estos, lo mismo que de los riscos mortales que laten bajo las aguas tranquilas. Tú habla noblemente como manda Él: «Sí, sí. No, no». Y que la lealtad de tus obras siga a la de tus palabras, como el sol radiante sigue a la claridad de la aurora.

(Manuel Marín Triana)

Feliz día del Señor. Celina

Cristina de Arteaga

Sin saber quién recoge, sembrad,
serenos, sin prisas,
las buenas palabras, acciones, sonrisas…
Sin saber quién recoge, dejad
que se lleven la siembra las brisas.
No os importe no ver germinar
el don de alegría;
sin melancolía
dejad al capricho del viento volar
la siembra de un día.
Las espigas dobles romperán después…
Yo abriré la mano
para echar mi grano
como una armoniosa promesa de mies
en el surco humano.

(Cristina de Arteaga)

Feliz día del Señor. Celina

José Luis Martín Descalzo

Naturalmente, (Dios mío) el mayor de tus dones fue tu Hijo, Jesús. Si yo hubiera sido el más desgraciado de los hombres, si las desgracias me hubieran perseguido por todos los rincones de mi vida, sé que me habría bastado recordar a Jesús para superarlas. Que tú hayas sido uno de nosotros me reconcilia con todos nuestros fracasos y vacíos. ¿Cómo se puede estar triste sabiendo que este planeta ha sido pisado por tus pies?

(José Luis Martín Descalzo)

Feliz día del Señor. Celina

San Juan Pablo II

La solidaridad no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos.

(San Juan Pablo II)

Feliz día del Señor. Celina

León Dehon

Me amó y su amor por mí le hizo elegir la pobreza de Belén, las labores de Nazaret y las fatigas del apostolado; me amó y su amor por mí le hizo encontrar dulces los sufrimientos de su Pasión y de su muerte. Me amó y me dio su cuerpo y su sangre en la Eucaristía, me dio a su madre desde lo alto de la cruz. Es el amor que todavía realiza el Sagrado Corazón para derramar los tesoros sobre todos nosotros.

(León Dehon)

Feliz día del Señor. Celina

San Bonifacio

Mantengámonos en la justicia y preparemos nuestras almas para la prueba; sepamos aguantar hasta el tiempo que Dios quiera y digámosle: “Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación”.
Tengamos confianza en él, que es quien nos ha impuesto esta carga. Lo que no podamos llevar por nosotros mismos, llevémoslo con la fuerza de aquel que es todopoderoso y que ha dicho: “Mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.

(San Bonifacio)

Feliz día del Señor. Celina

Santo Tomás de Aquino

No hay ningún sacramento más saludable que este, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.
Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos.

(Santo Tomás de Aquino)

Feliz día del Señor, festividad del Corpus Christi. Celina

Liturgia de las Horas

Oh Padre de las gracias, Luz de tu gloria, el Hijo;
de los dos el Espíritu: amor inmenso y único.
De ti, benigna Trinidad, procede cuanto existe:
Consumas y sostienes lo que en ti tiene origen.
Da a quienes agraciaste con tu adopción paterna
que templos a ti gratos sus almas siempre sean.
Oh Luz divina, llévanos a darte, con los ángeles,
eternas alabanzas por un amor tan grande.

(Liturgia de las Horas)

Feliz día del Señor, Domingo de la Santísima Trinidad. Celina

Papa Francisco

Sin el fuego del Espíritu las profecías se apagan, la tristeza suplanta la alegría, la costumbre sustituye al amor, el servicio se transforma en esclavitud. Viene a la mente la imagen de la lámpara encendida junto al tabernáculo, donde se conserva la Eucaristía. También cuando la iglesia se vacía y cae la noche, también cuando la iglesia está cerrada, esa lámpara permanece encendida, continúa ardiendo: no la ve nadie, pero arde ante el Señor. Así es el Espíritu en nuestro corazón, está siempre presente como esa lámpara.

(Papa Francisco)

Feliz día del Señor, Pentecostés. Celina