Desde pequeño, Señor Jesús, en un taller de artesano ganaste el pan con el sudor de tu frente. Desde entonces, el trabajo adquirió una alcurnia noble y divina. Por el trabajo nos convertimos en compañeros y colaboradores de Dios y en artífices de nuestra historia. Lo material, al pasar por las manos del hombre, se transforma en vehículo de amor.
(P. Ignacio Larrañaga)
Feliz día del Señor. Celina