Para resultar agradable a Dios, lo cual es un deber de todos, hay que tener tres corazones en uno. Un corazón de fuego para amar a Dios. Un corazón de carne para amar al prójimo. Un corazón de bronce para resistir al amor de sí mismo.
(San Benito José Labre)
Feliz día del Señor. Beso, Celina