Señor, tu providencia
es timonel y guía
del navío en que voy.
No temo aunque levante
sus olas mar bravía,
¡que en tus manos estoy!
El sol se va ocultando,
y la noche sombría
la ruta borrará.
¿Qué le importa la noche
a quien en ti confía?
¡Tu luz le alumbrará!
Tempestades, escollos,
calmas, sirenas, brumas,
las furias del ciclón…
¡Nunca podrán mi barco
hundir en sus espumas!
¡Tú llevas el timón!
(Autor desconocido)
Feliz día del Señor. Celina