Contemplar la Creación de Dios significa, ante todo, mirar, escuchar, oler, gustar y palpar. No se trata de discursear en torno a ella o de exponer sesudas opiniones teológicas al respecto. Lo que recomiendo en primer lugar es dedicar tiempo a oler una flor, dejarse acariciar por la brisa, extasiarse ante las estrellas, perderse en un bosque en otoño: eso sí que puede ser una relación con Dios.
(William Barry)
Feliz día del Señor. Celina