Señor, tengo tiempo, tengo todo el tiempo mío,
los años de mi vida, los días de mis años,
las horas de mis jornadas: son todas mías.
A mí me toca llenarlas, serenamente, con calma;
llenarlas todas hasta el borde, para ofrecértelas
de modo que de su agua insípida,
tú hagas un vino generoso.
Te pido la gracia de poder hacer, en el tiempo que me das,
aquello que tú quieres que yo haga.
(Michel Quoist)
Feliz día del Señor. Celina