Las buenas acciones que el cristiano realiza no hay que entenderlas como dinero para comprarse el cielo, sino que se deben realizar en sintonía con el Espíritu Santo y con Cristo. De este modo adquieren valor eterno y permiten transformar nuestro mundo para que brille con gloria eterna.
(Tomás Spidlik)
Feliz día del Señor. Celina
En efecto, la bienaventuranza eterna no se compra con dinero. La adquirimos por los méritos de Cristo y por el amor del Espíritu Santo. Nuestras buenas acciones son una prueba de amor a Dios, que nos creó y nos redimió. Bella imagen de unas manos que ofrecen a Dios con amor el brillo de nuestras buenas acciones. Gracias Celina. Feliz día del Señor a todos.