Fotografía: María Celina Osuna Osuna
Te adelanto, querido lector, mi secreto para ser feliz con una anécdota.
Paseaba un día torpemente por los alrededores de mi casa, cuando un señor barbudo y no mal trajeado se me acercó y, alzando la voz para que la gente próxima a nosotros le pudiera oír con claridad, me dedicó un breve discurso de reproche por causa del pequeño crucifijo que cuelga del bolso, que cuelga de uno de mis hombros para consuelo de mis pesadumbres. Sus palabras, si no recuerdo mal, fueron las siguientes: «Por culpa de ese Dios suyo, usted está inválido». Le miré a la cara y le respondí con una suave sonrisa: «Inválido, sí. Pero gracias a Él, también soy feliz. De Él recibo la alegría de vivir».
(Francisco Osuna Llorente)
Feliz día del Señor. Celina
(El crucifijo de la fotografía es el que llevó mi padre en el momento del suceso)