En tu resurrección y en tu felicidad eterna, Jesús, yo poseo una fuente de felicidad inexhausta que nadie me podrá quitar. Yo poseo ya para la eternidad lo que constituye mi felicidad, un bien que sobrepasa a todo otro bien, lo que constituye la sustancia de la felicidad de los ángeles y de los santos, lo que hará de mi vida un cielo; pero todo esto con la sola y única condición de amarte. (C. de Foucauld)
Feliz día del Señor. Celina