He ahí mi certidumbre, mi confianza, mi libertad:
saber que tú me juzgas.
Me conoces más que yo mismo,
me comprendes mejor que cualquiera.
Crees en mí, hasta en los días en que yo deserto de mi propia defensa.
Me desnudas de odio y resistencias,
me vistes de tu paz y evangelio.
Compareces conmigo ante el tribunal de la memoria,
de la justicia, de la flaqueza, y eres al tiempo defensor y juez,
testigo y compañero, misión y meta.
(José María Rodríguez Olaizola)
Feliz día del Señor. Celina