Tú, Dios grande, me ves, también ahora, y siempre. Yo no soy más que una criatura pequeña e insignificante, pero tú me ves, y mientras tú me veas, yo viviré.
Tú, Dios bondadoso, me tienes siempre en tus ojos, me retienes en ellos, jamás me pierdes de vista.
Gracias, Dios mío, porque me ves, me resulta incomprensible que tú me veas. Haz que yo también a ti nunca te pierda de mi vista.
(Teo Schmidkonz)
Feliz día del Señor. Celina