La penitencia exterior que todos debemos practicar es aceptar de Dios, con resignación y confianza, todos los dolores y sufrimientos que encontramos en la vida y todo lo que implica fatiga y molestia en el cumplimiento exacto de nuestros deberes de estado, en el trabajo diario y en el ejercicio de las virtudes cristianas.
(San Juan XXIII)
Feliz día del Señor, I Domingo de Cuaresma. Celina
Los daños que hemos causado con nuestros pecados, contra Dios, contra el prójimo y contra la obra de Dios, se reparan por la penitencia. Esta es de dos clases: voluntaria e involuntaria. La última consiste en aceptar con amor los sufrimientos que nos acarrea la vida. Por ejemplo, las enfermedades y la guerra. Gracias, Celina, por el texto y la imagen de un penitente, dolido por sus pecados. Feliz día del Señor a todos.