El Padre es quien da, por mediación de aquel que es su Palabra, lo que el Espíritu distribuye a cada uno. Porque todo lo que es del Padre es también del Hijo; por esto, todo lo que da el Hijo en el Espíritu es realmente don del Padre. De manera semejante, cuando el Espíritu está en nosotros, lo está también la Palabra, de quien recibimos el Espíritu, y en la Palabra está también el Padre, realizándose así aquellas palabras: «El Padre y yo vendremos a fijar en él nuestra morada». Porque donde está la luz, allí está también el resplandor; y donde está el resplandor, allí está también su eficiencia y su gracia esplendorosa.
(San Atanasio)
Feliz día del Señor, domingo de la Santísima Trinidad. Celina
Me voy a permitir dar una versión práctica sobre el interesante texto teológico, que nos propone Celina de la Santísima Trinidad. Me pregunto sobre la incidencia de este misterio en la vida cotidiana de un cristiano. Y la respuesta la encuentro en la familia. El padre de familia educa en la verdad a la familia, los hijos practican bondadosos y obedientes las enseñanzas del padre, y las madres, en su función de Espíritu Santo, son el vínculo amoroso que garantizan la unidad familiar con su comprensión y generosidad. Es una forma de traer a Dios, uno y trino, a nuestros hogares. Gracias, Celina, por texto y bellísima imagen. Feliz día del Señor a todos.