¡Oh, Dios mío! Tú estás en mí y yo en ti. He hallado mi cielo en la tierra, porque el cielo eres tú que te encuentras dentro de mí. Aquí te encuentro y poseo, aunque no sienta tu presencia. Tú siempre estás ahí, en mi interior. Haz, Señor, que no te deje nunca solo. (Isabel de la Trinidad)
Feliz día del Señor. Celina
Pero esta presencia de Dios en nosotros a Él le pareció poca y se hizo pan y vino, eucaristía, para identificarse con nuestro cuerpo y nuestra sangre. Nos hizo su templo. Gracias Celina por el texto y la expresiva imagen que evoca nuestra transformación en el amor de Dios con nosotros. Feliz día del Señor a todos.