El alma soberbia quiere agradar en presencia de los hombres; el alma humilde quiere agradar en lo secreto, donde Dios ve, de modo que, si agradare con su buena obra a los hombres, felicita a esos a quienes agrada la buena obra, no a sí misma, a la que debe bastar haber hecho la buena obra.
(San Agustín)
Feliz día del Señor. Celina
Luzbel se miró a sí mismo, se vio bello y hermoso y quiso ser Dios. La soberbia lo convirtió en demonio. Adán y Eva quisieron ser dioses y la soberbia convirtió a los humanos en pecadores y seres errantes fuera del Paraíso. Y Dios, en su grandeza y poder, se humilló, se hizo hombre, y nos redimió muriendo despreciado y burlado en la cruz. Dios humilde ama a los humildes, se recrea en la humildad. Y Dios humilde lleva a los humildes sobre sus manos como muestra la flor de la imagen. Gracias, Celina. Feliz día del Señor a todos.