Nos parece devolverte a ti a nuestros seres queridos, ¡oh Dios!, de quien los recibimos. Pero, así como tú no los perdiste al dárnoslos a nosotros, tampoco los perdemos cuando regresan a ti.
¡Oh Amante de almas!, tú no das como el mundo da. Lo que das no lo quitas, pues lo que es tuyo también es nuestro, puesto que somos tuyos y tú eres nuestro.
La vida es eterna, el amor es inmortal; la muerte no es más que horizonte y el horizonte no es más que límite de nuestra visión.
(P. Bede Jarret)
Feliz día del Señor. Celina